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¿El turista debe adecuarse al destino o el destino debe adecuarse al turista?

  • Mayra Antonieta Sandoval Quintero
  • 17 feb 2022
  • 4 Min. de lectura


Del balón y otras prohibiciones


A finales del 2019, diversos medios de comunicación atestiguan los grandes avances que el gobierno de Qatar estaba realizando con los estadios de fútbol, mismos que comenzaron su construcción en 2011, un año después de la confirmación del país árabe como sede del Mundial 2022. Sin embargo, tras el parón mundial de 2020, producto de la pandemia, el desarrollo de Qatar como sede deportiva quedó de lado para los medios de comunicación. Y era justo, la población concentró su atención en el problema que azotaba a la humanidad. Así, el país árabe continuó su avance en la edificación de inmuebles sin ser el centro de atención.


Para el segundo semestre de 2021, con la urgencia de la recuperación económica y la activación de los mercados, los reflectores regresaron su mirada a Qatar, dando cuenta de la tecnología y el lujo con el que se construyeron los estadios que albergarán los distintos partidos de fútbol. A partir de ese momento, diversos periódicos se han hecho eco de las grandes problemáticas laborales a las que se han enfrentado los trabajadores de la construcción, quienes no solo han trabajado en la construcción de estadios, sino también de hoteles, carreteras, restaurantes, aeropuertos, entre otros elementos de la estructura de las vías de comunicación y del turismo (elEconomista, 2021; Pattinsson et al, 2021).


Asociaciones y grupos internacionales alertaron del gran número de trabajadores muertos, producto de la forma hostil a la que se han enfrentado para desarrollar sus actividades laborales. Medios de comunicación señalaron a miles de inmigrantes fallecidos como resultado de las condiciones laborales forzadas que experimentan en campamentos de control. Si bien la problemática del trabajo en Qatar es una realidad, otra arista ha retumbado en los portales de comunicación: las prohibiciones de comportamiento a los turistas que viajan para disfrutar del Mundial.


Las normas de conducta señaladas como ilegales giraron entorno a: consumo de alcohol (solo se puede consumir en restaurantes y bares de hoteles); viajar con alcohol, drogas, carne de cerdo y libros religiosos; vestir con ropa ceñida al cuerpo, brazos descubiertos, escotes y mostrar las rodillas (tanto mujeres como hombres); muestras de afecto (sin distinción entre heterosexuales u homosexuales); hablar con mujeres desconocidas en la vía pública; ser homosexual; fotografiar o filmar lugares religiosos o militares (Berreti, 2021; Davies y Ramsay, 2021; Embajada de España en Catar, 2022). Estas reglas civiles han alentado a uno de los grandes debates del turismo ¿quién debe adecuarse: el destino o el turista?


La Organización Mundial del Turismo (OMT) (2015) aborda con relación al objetivo de desarrollo sostenible número 11: “Una ciudad que no está acondicionada para sus ciudadanos no lo está para los turistas”, con lo cual se señala la importancia de pensar en la población local para atraer a los visitantes. Con esta declaración, la OMT busca resolver uno de los grandes conflictos turísticos a partir de la agenda de 2015, una problemática que tuvo su auge en los años 70´s con la estandarización de productos turísticos y la ausencia de la planificación, dando como resultado la priorización económica a costa de la mercantilización de los recursos naturales y culturales. Lo que propició en destinos turísticos la masificación y la expulsión de su propia población local, como es el caso de Venecia (Italia) y Barcelona (España) (Campoamor, 2017).


Cardona (2012) señala que las interrelaciones de los residentes y los turistas, en el desarrollo del turismo, responden a una causalidad en la que tanto las motivaciones como las actitudes ponderan comportamientos que les hace partícipes o les excluye, detonando así contrapuntos en donde la propia comunidad cambia y se adecúa al turista para así responder a las preferencias de la demanda. Se debe tener claro que la población local no solo recibe al turista como estímulo desde una postura económica, sino que le atribuye otros puntos que influyen en la mejora de servicios locales; mientras que la población que concibe al turismo como un depredador responde a la vulneración de su derecho a la identidad y la privacidad (Gama y Favila, 2018).


Mientras que, los turistas construyen un comportamiento al tener el poder de elegir el destino y el de pagar los productos o servicios, con lo cual exigen que se cumplan sus expectativas y, con ello, permitir un comportamiento hedonista que promueva su disfrute en respuesta del turismo como promotor del descanso del productivismo laboral. Finalmente, el debate sigue en pie, la perspectiva de la planificación estratégica que respete la identidad de los locales versus el diseño de productos que respondan a las expectativas de los turistas continúa. El mundial de Qatar 2022 podrá ser un parteaguas del turismo que definitivamente nos hará replantearnos la teoría del intercambio social.


Bibliografía:


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