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La Superliga europea, en clave geopolítica y neoliberal

  • Gerónimo Martínez López
  • 21 abr 2021
  • 7 Min. de lectura

Durante la noche del 18 al 19 de abril de 2021 se produjo uno de los cambios más importantes en la historia del fútbol. Doce de los clubes más importantes del continente europeo decidieron romper relaciones con la UEFA, organismo europeo, y la FIFA, organismo internacional, con la intención de formar su propia competición de la cual esperaban obtener más ingresos. Este nuevo concepto de competición hace muchos años que ha aparecido, pero nunca se había esbozado como una opción real.


Esto no solo debemos entenderlo en clave fútbol o en clave deportiva, sino que tiene muchas y múltiples lecturas, una de ellas la geopolítica y la pérdida de importancia del continente europeo durante las últimas décadas. La mayoría de los propietarios de estos clubes son empresarios chinos, fondos de inversión de los emiratos árabes o banqueros estadounidenses. Lo que está sucediendo en el fútbol no puede ser entendido como un síntoma más de este declive europeo.


Estos doce clubes se dividen en seis ingleses (Liverpool, Manchester City, Manchester United, Chelsea, Arsenal y Tottenham), tres españoles (Real Madrid, F.C Barcelona y Atlético de Madrid) y tres italianos (Juventus de Turín, A.C Milán e Internazionale de Milán). Estos equipos, lejos de ser aquellos clubes de los años 70, 80 y 90 en donde los aficionados tenían un peso importante en la toma de decisiones, están controlados por capital que procede de fuera de Europa.


Empezando por los equipos ingleses, el Liverpool, desde el año 2010, es propiedad de Fenway Sports Group, una empresa estadounidense especializada en inversiones deportivas. Este grupo también es propietario de los Boston Red Sox desde el año 2002 (Evolución de FSG, 2021).


El Manchester City, que forma parte del City Football Group con sede en Emiratos Árabes Unidos. Este

grupo está financiado por la familia real de los EAU a través de Abu Dhabi United Group (77%), China Media Capital (13%) y Silver Lake (EE. UU) en un 10% (Ownership, 2021). Este consorcio controla, además, otros nueve clubes a lo largo del mundo: New York City (EE. UU), Melbourne City (Autralia), Yokohama F. Marinos (Japón), Montevideo City Torque (Uruguay), Girona F.C (España), Sichuan Jiuniu (China), Mumbai City F.C (India), Lommel S.K (Bélgica) y Esparance Sportive Troyes Aube Champagne (Francia) (Our Clubs, 2021).


Continuando, el Manchester United, propiedad de la familia Glazer de origen estadounidense. En la actualidad los propietarios del club son los hermanos Joel y Avram Glazer, pero el equipo había sido comprado por su padre, Malcom Glazer, en 2005. Esta familia se había hecho rica, en parte, haciendo inversiones deportivas con personas como el expresidente de los Estados Unidos George W. Bush (Carlson y McOwan, 2014).


El Chelsea, desde el año 2003, es propiedad de Román Abramóvich, multimillonario ruso estrechamente ligado al presidente ruso Vladimir Putin (Conn, 2019). A Abramóvich, entre otras cosas, se le ha vinculado con el envenenamiento de Navalny en 2020 (Harding y Sabbagh, 2021).


El Arsenal, uno de los clubes de fútbol ingleses más importantes del siglo XXI, fue comprado en su totalidad por el estadounidense Stan Kroenke en 2018. Anteriormente, había compartido la dirección del club con Alisher Usmanov, de origen ruso (Conn, 2018)


El último de los clubes ingleses sería el Tottenham de Daniel Levy, el único europeo entre los propietarios de los equipos británicos que irían a la Superliga. A finales del año 2020, el diario británico The Guardian anunciaba que el club estaba en una situación económica compleja a causa de la pandemia. El descenso de ingresos por las entradas o los derechos de televisión, junto con la construcción de su nuevo estadio, hacen que el Tottenham tenga una situación económica complicada. En ese mismo artículo de The Guardian se estimaba la perdida de 150 millones de libras (PAMedia, 2020).


El caso español es más complejo que el inglés en tanto que dos de los clubes que podrían participar en esta competición, Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, no son empresas privadas al uso, sino que su presidente es elegido entre los socios del club mediante elecciones. El otro equipo, el Atlético de Madrid, sí es una empresa privada, propiedad de Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo (65%) e Idan Ofer (israelí) (32%); el resto del accionariado son empresas pequeñas y personas individuales (S.a, 2018). Estos tres clubes, según el último informe de la consultora Deloitte, están entre los que más ingresos generan con el F.C Barcelona en primer lugar con 840,8 millones de euros; el Real Madrid C.F con 757,3 millones de euros y el Atlético de Madrid en decimotercer lugar con 367,6 millones de euros (Deloitte 2020, 09).


Finalmente, estarían los clubes italianos, que son la Juventus de Turín, el A.C Milán y el Internazionale de Milano. En primer lugar, la Juventus está controlada por Andrea Agnelli, que también es propietario del grupo Fiat y tiene parte del accionariado de grupos de comunicación tan importantes en Italia como La Stampa o La Repppublica (Ortega, 2021).


El segundo de los clubes italianos es el A.C Milán. Es propiedad desde el año 2018 de la empresa estadounidense Elliott Management. Este grupo empresarial tiene la intención de obtener los máximos beneficios posibles del fútbol con ayuda de empresas de Luxemburgo y financieros italianos como D´Avanzo y Cerchione (Ahmed y Massoudi, 2019) (Gerevini, 2020).


El tercer y último club de esta lista es el Inter de Milán, controlado por el chino Steven Zhang. Este joven empresario chino, al igual que otros muchos mencionados anteriormente, entró en el mundo del fútbol con el objetivo de ganar dinero. Usar la marca del Inter de Milán, uno de los clubes históricos de Italia y de Europa, con el objetivo de aumentar sus ingresos personales es su principal objetivo. En una entrevista con el diario italiano Corriere de la Sera en el 2019 ya mencionaba su intención de abrir al club al mercado asiático porque esto iba a repercutir positivamente en las arcas del equipo (Agnoli, 2019).


Una vez vistos uno por uno los clubes que participarán en esta nueva competición se puede observar cómo más de un 65% de ellos están controlados por capitales ajenos al continente europeo. Los fondos de inversión de Estados Unidos y de países árabes, en su mayoría, han accedido a un mercado y a unas empresas (no debemos olvidar que en el fondo los clubes de fútbol no dejan de ser empresas) que, tradicionalmente, pertenecían o bien a algún empresario local aficionado a ese deporte o bien a los aficionados.


En este punto cabe preguntarse por qué equipos, que mueven tanto dinero y a tanta gente, situados en ciudades como Madrid, Londres o Milán son controlados desde fuera de estas ciudades. ¿Qué ha pasado con el capital y las empresas europeas? Esta situación sería impensable hace tan solo unas décadas, pero sin duda no es algo casual ni mucho menos aislado. La pérdida de influencia del continente europeo se deja sentir en casi todos sus ámbitos. Ahora estamos hablando del fútbol porque es uno de los pasatiempos favoritos de los europeos, pero este análisis lo podríamos extender a otros mercados como la automoción o la banca. Se podría mirar cuales son los fondos de inversión que sostienen a empresas como Fiat o Volkswagen, por ejemplo.


En este caso concreto, como se anticipaba antes, observamos que el fútbol es un síntoma más de la pérdida de influencia europea en el mundo. Se está viendo cómo los ejes de poder económico se están desplazando hacia Oriente y Estados Unidos.


Igualmente, que esto suceda durante el año 2021 no es una casualidad. Durante la temporada pasada, los clubes redujeron parte de sus ingresos como consecuencia de la COVID-19. Durante los primeros meses de la competición 2020/2021 ya habían surgido algunas iniciativas que iban encaminadas a lograr paliar esta pérdida de ingresos como la reforma de la Premier League Inglesa. Se calcula que algunos de los clubes implicados en la Superliga han dejado de ingresar unos 350 millones de euros cada uno de ellos. Es aquí donde entra un agente externo, JP Morgan, el gran banquero de los Estados Unidos, que ha destinado 3.250 millones de euros para poder iniciar la competición (Ventura, 2021). Presumiblemente, este dinero iría destinado a cubrir las deudas de los clubes participantes a cambio de poder participar en los repartos que se hagan posteriormente.


En el comunicado que puso en marcha todo este proceso se especificaba que los ingresos eran uno de los principales motivos que llevaron a estos doce clubes a romper con todos los organismos internacionales del fútbol. Esto, en un contexto de colapso a nivel social como consecuencia de la pandemia, puede inducir a pensar en aquella “Doctrina del shock” de la que nos hablaba Naomi Klein. En un momento de crisis o colapso, como el actual, es más sencillo tomar medidas drásticas que en una situación normal generarían un enorme rechazo, posiblemente en forma de movilizaciones sociales.


Bibliografía:

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