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LAS DINÁMICAS POBLACIONALES RURALES EN UN MUNDO CAMBIANTE

  • Mayra Antonieta Sandoval Quintero
  • 2 jun 2021
  • 5 Min. de lectura

En este foro se han abordado temáticas que exponen la compleja realidad a nivel global. Ejemplo de ello son los derechos humanos, aletargados con los enfrentamientos sociales producto del despojo capitalista que ha clavado la mirada de la humanidad en una América violentada por el mismo Estado. Aunado a esto, el elitismo supremo del pasaporte de vacunación ha puesto en la mira a la popularidad del control social que, como un movimiento ideológico incipiente, se ha tendido de conspiranóicos para hacer uso de la teoría del miedo bajo el argumento de explicar la veloz transformación social.


Sin embargo, parece que el territorio rural se mantiene desprendido de esa aceleración humana, que si bien está conectado a través del mundo digital, la vida en la contra parte urbana lleva otra dinámica. En Europa, el abandono del pueblo, y la concentración en las capitales, continúa mermando el desarrollo económico de los territorios alejados. Para América Latina, los territorios rurales siguen en el olvido de las políticas de acción que los gobiernos han implementado para amortizar el impacto económico y de salud producido por la pandemia del COVID-19.


Las acciones para reactivar la “normalidad” implementadas por los gobiernos se han trazado, en su mayoría, desde una postura meramente económica. Las estrategias buscan incentivar los flujos económicos y la inversión externa para la creación de nuevos empleos, situación compleja para la ruralidad que solo se contempla como un espacio de extracción y producción alimentaria. El sistema actual de aprovechamiento de recursos tiende a ir a la explotación desmedida que no contempla alternativas para fortalecer el uso adecuado de los recursos bioculturales y no comprometer la vida y desarrollo de generaciones futuras.


Pero vamos por partes, la ruralidad tiene perfiles claros que se mimetizan en los ámbitos territoriales, como cabe esperar, ostenta una configuración generalizada obsoleta. En primer lugar, las mediciones cuantitativas para catalogar un espacio como rural son insatisfactorias; tanto la densidad demográfica, criterio utilizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la propia Unión Europea. En segundo lugar, el tamaño poblacional de los núcleos habitados, criterio utilizado en diversos estudios científicos, muestra como único valor determinante para clasificar el territorio (Reig et al, 2016; Ministerio de agricultura, pesca y alimentación, 2019).


Lo rural va más allá de una delimitación geográfica o un etiquetado estadístico, es necesario abrir a esa reconocida multifuncionalidad e interculturalidad donde “lo urbano y lo rural, lo tradicional y lo moderno o la agricultura y la industria” sustentan una nueva realidad (Grajales y Concheiro, 2009:146). Unido a ello, la cambiante frontera, producto de la creciente globalización, impacta de manera significativa en el mundo rural. Los territorios periurbano y rururbano se encuentran difuminados por la multiculturalidad, fenómeno que resulta en una identidad territorial que impregna todo y mueve los límites espaciales.


Es un hecho que los postulados humanistas, e incluso economistas, han direccionado la perspectiva de comprensión del mundo rural desde la cultura como un recurso de aprovechamiento de desarrollo, menospreciando la perspectiva de la cultura del territorio rural como la constitución de la propia persona. Este último constructo social que, en primera instancia, debe ser conservado y, finalmente, potenciado por medio de su valor económico. Tradiciones, usos, costumbres e historia no se encuentran demarcadas por una frontera geopolítica, la identidad etnoterritorial configura la propia geografía social del espacio.


Ahora bien, uno de los mayores problemas a los que se enfrenta el territorio rural es la migración, esta se refiere al desplazamiento de las personas de un lugar a otro con el fin de ejercer su residencia, las motivaciones de este fenómeno son variadas, pueden ser laborales, académicas, persecuciones políticas, problemas de violencia, entre otras. La migración de espacios rurales se refiere al movimiento sin establecer un tiempo definido, así mismo se puede identificar que el trayecto tiende a las grandes urbes y a países que puedan proveer mejores condiciones en la calidad de vida, oportunidades laborales y de seguridad (Reig et al, 2016; Ministerio de agricultura, pesca y alimentación, 2019).


Se considera que cuando una persona migra pierde su identidad, pero, al llevar consigo los saberes y las tradiciones que han sido parte de su propia historia, transmitidas de generación en generación y adquiridas en su lugar de origen, la identidad solo se refuerza. Toda esa información cultural en muchas ocasiones impulsa a un retorno poblacional, el cual no siempre es por un tiempo definido. La migración, al ser causada por fenómenos sociales políticos, económicos, culturales, educativos y religiosos, se construye de elementos que hacen a las personas más propensas a una identificación multicultural enriquecida por los diversos lugares y sucesos que marcan a la persona.


Tras la emergencia sanitaria de la pandemia se fueron creando otros puntos en los movimientos sociales de retorno en la ruralidad a nivel global. La dinámica de cercanía a los territorios rurales aledaños a las grandes urbes se integra a los procesos de movilidad poblacional, dando pauta a que la población no solo regrese a sus lugares de origen como puntos de retorno, sino que se agregan factores como la motivación de localizar puntos no gentrificados, tanto para disfrute como para resiliencia ante la adversidad del coronavirus.


Las dinámicas poblacionales rurales han conseguido sumar diferentes motivaciones para los desplazamientos temporales llevando consigo su propia identidad, con lo cual se ha abierto a la posibilidad de crear “productos de viaje de proximidad” que contemplen los espacios apartados y con poca afluencia como principal atractivo. Sin lugar a dudas, las necesidades del momento de las personas son antepuestas en la dinámica poblacional en los entornos rurales, tendiendo a la postura antropocéntrica de transformar y crear el territorio al servicio de las personas, haciendo que lo rural pase de lo productivista y de extracción a lo hedonista.


El desarrollo espacial en el territorio rural se encuentra ligado a los paisajes bioculturales, el medio natural y la cultura se mimetizan como un mismo ente, compuesto de diversos elementos, y que, si es bien gestionado, puede dejar de lado el antropocentrismo para provocar un bien común a la población receptora. Son las tradiciones y las costumbres, en constante evolución, que revitalizan a las poblaciones exógenas y construyen un motor de desarrollo social, en donde las nuevas movilidades se integran y complementan a las zonas rurales para realizar actividades socioculturales con fines no solo productivistas.


Finalmente, la pandemia ha agregado más elementos que no se contemplaban en la vida cotidiana de la sociedad, la dinámica humana cambió drásticamente y de manera veloz, mostrando nuevas posibilidades para aprovechar el espacio geográfico conservando la propia identidad. La situación nos invita a reflexionar con respecto a sí realmente los movimientos poblacionales, como la migración, pueden ser el motor para una transformación que contempla el retorno a los territorios de proximidad. Así mismo, sí el movimiento poblacional puede atraer beneficios más allá de la generación de divisas económicas como la promoción identitaria y la multiculturalidad.


BIBLIOGRAFÍA:


  • Grajales, S. y Concheiro, L. (2009). Nueva ruralidad y desarrollo territorial. Una perspectiva desde los sujetos sociales. Veredas Revista del Pensamiento Sociológico, 10 (18), 145-167.

  • Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. (2019). Memoria anual. España: Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

  • Reig Martínez, E. Goerlich Gisbert, F. J. Cantarino Martí I. (2016). Delimitación de áreas rurales y urbanas a nivel local: demografía, coberturas del suelo y accesibilidad. España: Fundación BBVA


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